Me abandonas, haces viaje en
solitario sin mí. Nos damos nuestro segundo adiós que Erasmus nos brinda, ese
señor que otros cuatro meses nos separa
¡Maldita la madre que le engendró!
Cuatro meses, 16 semanas como ya
te dije. Pequeños objetivos que irás cumpliendo: primeros, largos y cuesta
arriba; últimos, fugaces y que no querrás abandonar. Todo lo que vas a aprender
y la gran experiencia que este señor te va a dar, todo ello, me consuela. A ti
te espera una gran aventura, que iré a compartir contigo, no lo dudes.
Comienza mi camino en soledad,
sin ti, aunque en verdad sé que te tengo a mi lado, muy cerca. Comienza,
repito, los días de pinchos sin compartir, de
Kebabs solitarios, días sin plan de noche de verano, de luto en cine por
falta de acompañante, de frío sin tus quejas, de radio permanente, de
apalabrados a distancia, de besos de pantalla, de lágrimas de teclado…
En este tipo de ocasiones me doy
cuenta de no haber aprendido a vivir sin ti. Por ello te querré mucho, como
siempre, y te echaré de menos, como nunca.
Hoy, noche de fin de verano, no
entiendo una salida sin ti, por ello me quedo en casa. Quizás es reciente tu
despedida aún.
Y ahora, cuando vaya a tomar algo
no estarás tu, la mejor parte de mí, mi chica, la del Té Frío.